miércoles, 9 de agosto de 2017



Resultado de imagen para estudio escarlata


ESTUDIO EN ESCARLATA

Novela de misterio escrita por Arthur Conan Doyle y publicada en la revista Beeton's Christmas Annual de noviembre de 1887, con ilustraciones de David Henry Friston. Se trata de la primera aparición de Sherlock Holmes y el Dr. Watson.ustraciones de David Henry Friston. Se trata de la primera aparición de Sherlock Holmes y el Dr. Watson.


·Métodos utilizado por Sherlock Holmes:

EXPOSICIÓN DEL PROBLEMA:

Escucha atentamente la exposición del caso para decidir si valía la pena el caso y si era lo bastante interesante para que él le dedicara tiempo a resolverlo.
«Mi querido Sherlock Holmes: Esta noche, a las tres, ha ocurrido un asunto malo en los Jardines Lauriston, situados a un lado de la carretera de Brixton. El hombre nuestro que hacía la ronda vio allí una luz a eso de las dos de la madrugada, y como se trata de una casa deshabitada receló que algo ocurría de extraordinario. Halló la puerta abierta, y en la habitación de la parte delantera, que está sin amueblar, encontró el cadáver de un caballero bien vestido, al que halló encima tarjetas con el nombre de Enoch J. Drebber, Cleveland, Ohio, EE.UU... No ha existido robo, y no hay nada que indique de qué manera encontró aquel hombre la muerte. En la habitación hay manchas de sangre, pero el cuerpo no tiene herida alguna. No sabemos cómo explicar el hecho de que aquel hombre se encontrase allí; el asunto todo resulta un rompecabezas. Si le es posible llegarse hasta la casa en cualquier momento, antes de las doce, me encontrará en ella. He dejado todas las cosas en statu quo hasta recibir noticias suyas. Si le es imposible venir, yo le proporcionaré detalles más completos y apreciaré como una gran gentileza de su parte el que me favorezca con su opinión.

Observación y Descripción.

Sherlock Holmes es una persona muy observadora y toma en cuenta hasta el más mínimo detalle, después ser analizado. Desde el momento que conoció a Watson como lo narra en la primera parte de la novela fue sumamente observador y analizador, no es sorpresa que lo hiciera a lo largo de toda la investigación

-          ¡De ninguna manera! Yo descubrí que usted había venido del Afganistán. Por la fuerza de un largo hábito, el curso de mis pensamientos es tan rígido en mi cerebro, que llegué a esa conclusión sin tener siquiera conciencia de las etapas intermedias. Sin embargo, pasé por esas etapas. El curso de mi razonamiento fue el siguiente: «He aquí a un caballero que responde al tipo del hombre de Medicina, pero que tiene un aire marcial. Es, por consiguiente, un médico militar con toda evidencia. Acaba de llegar de países tropicales, porque su cara es de un fuerte color oscuro, color que no es el natural de su cutis, porque sus muñecas son blancas. Ha pasado por sufrimientos y enfermedad, como lo pregona su cara macilenta. Ha sufrido una herida en el brazo izquierdo. Lo mantiene rígido y de una manera forzada... ¿En qué país tropical ha podido un módico del Ejército inglés pasar por duros sufrimientos y resultar herido en un brazo? Evidentemente, en el Afganistán.» Toda esa trabazón de pensamientos no me llevó un segundo. Y entonces hice la observación de que usted había venido del Afganistán, lo cual lo dejó asombrado.
“Llegué a la casa, como usted sabe, a pie y con el cerebro libre de toda clase de impresiones. Empecé, como es natural, por examinar la carretera, y descubrí, según se lo tengo explicado ya, las huellas claras de un carruaje, y este carruaje, como lo deduje de mis investigaciones, había estado allí en el transcurso de la noche. Por lo estrecho de la marca de las ruedas me convencí de que no se trataba de un carruaje particular, sino de uno de alquiler. El coche Hansom de cuatro ruedas que llaman Growler es mucho más estrecho que el particular llamado Brougham.” Fue ése el primer punto que anoté. Avancé luego despacio por el sendero del jardín, y dio la casualidad de que se trataba de un suelo de ardua, extraordinariamente apto para que se graben en el mismo huellas. A usted le parecerá, sin duda, una simple franja de barro pisoteado, pero todas las huellas que había en su superficie encerraban un sentido para mis ojos entrenados.


Explicación y correlación:

Al ser tan observador Sherlock Holmes puede relacionar al instante lo analizado y  lo que está viendo con los datos que ha obtenido y de esa forma tratar de dar explicación a los hechos.

-Absolutamente ninguna - canturreó Lestrade. Sherlock Holmes se acercó al cadáver, se arrodilló y lo examinó con gran atención.
-¿Están ustedes seguros de que no tiene ninguna herida? -preguntó, apuntando con el dedo hacia las muchas manchas y salpicaduras de sangre que había a su alrededor.
-¡Terminantemente seguros! -exclamaron ambos detectives.
-Pues entonces esta sangre es la de otro individuo, quizás el asesino, si se ha cometido, en efecto, un asesinato. Esto me trae a la memoria las circunstancias de que estuvo rodeada la muerte de Van Jansen, de Utrecht, ocurrida el año treinta y cuatro. ¿Recuerda usted el caso, Gregson?

-Si este hombre fue asesinado, ¿cómo se realizó el hecho? -preguntó el primero.
- Lo envenenaron -contestó Sherlock Holmes, concisamente, y echó a andar-.
Otra cosa más, Lestrade - agregó, dando media vuelta al llegar a la puerta-: ráche es una palabra alemana que equivale a castigo; de modo pues, que no pierda tiempo buscando a la señorita Rache!.

Obtención de datos:

Sherlock Holmes no se conforma con la información que le proporcionan y con lo que él ve, por lo cual se da a la tarea de indagar mas a profundidad y mandar un telégrafo para obtener más información sobre el occiso.

Era la una cuando abandonamos el número 3 de los Jardines de Lauriston. Sherlock Holmes me condujo a la oficina de telégrafos más próxima y desde ella envió un largo telegrama. Acto continuo llamó un coche de alquiler y dio orden al cochero de que nos llevase a la dirección que nos había dado Lestrade.
-No hay nada como los datos obtenidos de primera mano -me hizo notar-. A decir verdad, yo tengo formada opinión completa sobre el caso; a pesar de ello, no está mal que sepamos todo lo que puede saberse.

Método hipotético-deductivo.

Sherlock al contar con suficientes datos que ha estado recolectando, analizando  y organizando durante la toda investigación y al tener una capacidad de síntesis muy bien desarrollada es capaz de realizar hipótesis para dar con el asesino, resolviendo que la víctima había sido envenenada y que el asesino manejaba un carruaje.

-Voy a proceder a dividir en dos una de estas píldoras -dijo Holmes, y sacando un cortaplumas puso sus palabras en acción-. Una mitad la volvemos a meter en la cajita para futuras demostraciones. Echará la otra mitad dentro de este vaso de vino, que tiene en el fondo una cucharadita de agua. Ya ven cómo
tenía razón nuestro amigo el doctor, y lo fácilmente que se disuelve.
-Quizás esto sea muy interesante -dijo Lestra, con el tono ofendido de quien supone que se están riendo de él-; pero no alcanzo a ver qué relación tiene con la muerte del señor Joseph Stangerson.
-Tenga paciencia, amigo; tenga paciencia. A su debido momento descubrirá que la relación no puede ser más íntima. Voy ahora a agregar a la mezcla un poco de leche, para que tenga buen sabor, y ya veremos cómo el perro lame bastante a gusto cuando se la pongamos delante.
Mientras hablaba, vertió el contenido del vaso en un platillo y colocó éste delante del terrier, que se apresuró a lamerlo hasta no dejar gota. La seriedad con que actuaba Sherlock Holmes nos había impresionado hasta el punto de que permanecimos sentados y en silencio, con la atención concentrada en
el animalito, esperando ver algo sorprendente. Sin embargo, no ocurrió tal cosa. El perro siguió tendido encima del almohadón, respirando fatigosamente, pero ni mejor ni peor por efecto del brebaje.
Holmes había sacado su reloj, y conforme fue pasando un minuto tras otro sin que se observase resultado alguno, los rasgos de su cara fueron tomando una expresión de grandísimo pesar y desilusión. Se mordiscó los labios, tamborileó con los dedos encima de la mesa y dejó ver todos los síntomas de la más
viva impaciencia. Era tan grande su emoción, que yo llegué a sentir un sincero pesar por él, mientras que los dos detectives se sonreían burlonamente. Aquel fracaso de Holmes no parecía desagradarles en modo alguno.
—No puede ser una simple coincidencia -exclamó al fin, saltando de su asiento y yendo y viniendo como un desatinado por la habitación-. Es imposible que se trate de una simple coincidencia.
Encontramos después de la muerte de Stangerson unas píldoras idénticas, las que yo sospeché que se habían empleado en el caso de Drebber. Y, sin embargo, resultan sin ninguna acción.        ¿Qué puede significar esto? Con seguridad, que no puede existir un fallo en la cadena de mis razonamientos.
¡Imposible! Y, sin embargo, ningún daño le han hecho a este desgraciado chucho. ¡Ya di con ello! ¡Ya di con elIo!
Dejó escapar un chillido de júbilo, se abalanzó hacia la cajita, dividió en dos la otra píldora, la disolvió, le agregó leche y se la presentó al terrier. Casi ni tiempo había tenido el desdichado animal de humedecer su lengua en el líquido cuando sufrió un temblor convulsivo en todos sus miembros y quedó tan rígido y sin
vida como si lo hubiese herido el rayo.

-Holmes-le dije yo-, me deja usted atónito. Con seguridad que usted no tiene la certeza que simula tener acerca de aquellos detalles que les dio.

-No existe posibilidad de equivocación -contestó-. Lo primero en que me fijé al llegar allí fue que un coche había marcado dos surcos con sus ruedas cerca del bordillo de la acera. Ahora bien: hasta la pasada noche, y desde hacía una semana no había llovido, de manera que las ruedas que dejaron una huella tan profunda, necesariamente estuvieron allí durante la noche. También descubrí las huellas de los cascos del caballo; el dibujo de una de ellas estaba marcado con mayor nitidez que el perfil de los otros tres, lo que era una indicación de que se trataba de una herradura nueva. Supuesto que el coche en contrábase allí después de que empezó a llover y que no estuvo en ningún momento durante la mañana, en lo cual tengo la palabra de Gregson, se sigue de ello que no tuvo más remedio que estar allí durante la noche; por consiguiente, ese coche llevó a los dos individuos a la casa.

Deducción final

Al final de todo el análisis y los pasos que tuvo que seguir: observar, analizar y organizar está listo para debelar la verdadera identidad del asesino.


Sin embargo, ninguno de los dos tuvo tiempo de hablar, porque alguien dio unos
golpecitos a la puerta y el joven Wiggins, portavoz de los vagabundos callejeros, introdujo su personalidad insignificante y desagradable.
-Con permiso, señor -dijo, llevándose los dedos a la guedeja delantera-. Tengo abajo el coche.
-Eres buen muchacho -dijo Holmes con benignidad-. ¿Por qué no adoptan este modelo en Scotland Yard? -prosiguió mientras sacaba de un cajón unas esposas de acero-. Fíjense en lo bien que actúan los resortes. Se cierran de una manera instantánea.
-Con el modelo antiguo nos bastará si llegamos a dar con el criminal al que hemos de ponérselas - comentó Lestrade.
-Está muy bien, está muy bien-dijo, sonriente, Holmes-. El cochero podría ayudarme a cargar mis maletas. Pídele que suba, Wiggins.
Quedé sorprendido al oír hablar a mi compañero como si fuera a salir de viaje, siendo así que no me había hablado una palabra a ese propósito. Había en la habitación una maleta pequeña, y ésa fue la que sacó al medio y empezó a sujetar con la correa. Se hallaba activamente ocupado en esa tarea, cuando entró el cochero.
-Oiga, cochero: écheme una mano, sujetando esta hebilla -dijo, poniendo la rodilla encima, pero sin volver ni un momento la cabeza.
El hombre aquel se adelantó con expresión arisca y desafiadora y apoyó sus manos para ayudar. Se oyó de pronto un clic seco, un tintineo metálico y Sherlock Holmes volvió a ponerse en pie de un salto, exclamando con ojos centelleantes:
-Caballeros, permítanme que les presente al señor Jefferson Hope, asesino de Enoch Drebber y Joseph Stangerson. Todo fue cosa de un instante. Tan rápido fue, que ni tiempo había tenido yo para darme cuenta. Conservo como recuerdo vivaz de aquel momento el de la expresión de triunfo del rostro y del timbre de la voz de Holmes, de la cara atónita y furiosa del cochero al clavar su vista en las centelleantes esposas que habían aparecido como por arte de magia en sus muñecas. Durante uno o dos segundos habríamos podido pasar por un grupo de estatuas.

La pregunta del millón ahora es ¿Por qué los detectives de Scotland Yard fallaron al encontrar al asesino?

La respuesta es fácil, ya que los detectives de Scotland Yard no analizaron los detalles lo suficiente y no fueron lo suficientemente observadores, solo se enfocaron en lo que vieron, y no indagar más a fondo, por lo que no realizaron una investigación correcta y acertada.
















No hay comentarios.:

Publicar un comentario

S8_Primernombre_Apellidopaterno_PresentMe

Vídeo https://youtu.be/-7Lk3kkRckk